El sueño o visión de su mentor, Don Bosco, en su juventud, marcó toda su actividad posterior con los niños, “todo el mundo sabe que para trabajar con los niños, hay que amarlos; pero lo importante, es que ese amor se manifieste en forma comprensible para ellos”. En el caso de Don Bosco, el amor era evidente, y fue ese amor el que le ayudó a formar sus ideas sobre el castigo, en una época, en que nadie ponía en tela de juicio, las más burdas supersticiones acerca de ese punto. Los métodos de Don Bosco, consistían en desarrollar el sentido de responsabilidad, en suprimir las ocasiones de desobediencia, en saber apreciar los esfuerzos de los chicos, y en una gran amistad. En 1877 escribía: "No recuerdo haber empleado nunca un castigo propiamente dicho; por la gracia de Dios, siempre he podido conseguir que los niños observen no sólo las reglas, sino aun mis menores deseos". Pero a esta cualidad, se unía la perfecta conciencia del daño que puede hacer a los niños un amor demasiado indulgente, y así lo repetía constantemente Don Bosco a los padres.
Por ser Santo Domingo el discípulo más apreciado de Don Bosco, y quien de manera ejemplar practico los principios pedagógicos del maestro, además por su referencia humana y desprendimiento de lo material en favorecimiento de los demás; la comunidad académica honra su memoria retomando su nombre para el Colegio, pero además y lo más importante sus enseñanzas en el campo de lo real y lo espiritual.
Las Directivas y docentes del Colegio Santo Domingo Bilingüe, entienden la educación como la actividad más humana y formativa; como un apostolado a la luz de los acontecimientos actuales, requiere de una actitud e interés por compartir el conocimiento, por encontrar nuevas formas de relaciones humanas, por comprender las dificultades y fortalezas de nuestros congéneres y particularmente por ser ejemplo de vida.